Los días del abandono, Elena Ferrante



No hace falta mucha recomendación para que me líe la manta a la cabeza con un libro de Elena Ferrante, pero que Tongoy lo recomendara me sirvió de acicate para lanzarme a por el sexto libro que leo de ella. 
Desde que lo compré lo he ido mirando de reojo sin atreverme a abrirlo porque una vez que abres uno de sus libros no puedes cerrarlo hasta el final.

La sorpresa que me he llevado ha sido mayúscula. Acostumbrada a la narración templada y sentimental de la autora, con este libro me he encontrado con una voz única, inédita hasta ahora, al menos para mí. 

La novela es de 2002, por lo que queda claro que Ferrante decidió abandonar esa voz y no volver a ella en sus obras posteriores. Al final de Los días del abandono se ve esa claudicación, ese repliegue a posiciones más tradicionales del relato, una muestra más de las habituales concesiones al romance. Un retroceso tácito, similar al de Sara Mesa en Un amor.

Creo que nunca había leído nada igual, supongo que he pensado muchas veces así, quizás sin ser del todo consciente. Ayer vi a Henar Álvarez partir una nuez con la vagina y me recordó a esta novela, pero enseguida me di cuenta de que no: en Henar todo es folclore y carnaval; en Ferrante el sexo y la afectividad son pura violencia. Una violencia de una transparencia asombrosa, magnética, brillante. 

Quiero más.




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