Las edades de Almudena

 Las edades de Lulú fue el primer libro de Almudena Grandes y el primero que yo leí de ella. Se publicó en aquella mítica colección de literatura erótica llamada "La Sonrisa Vertical", que dio prestigio por primera vez en este país a lo erótico como literatura y al coño como su icono.

Claro, que el color rosa chillón que identificaba a la colección no era precisamente discreto. Yo por entonces estudiaba COU y me costó un montón decidirme a cogerlo de la biblioteca del instituto y mucho más dárselo a la profesora que me anotó la reserva. Si llevabas uno de esos libros rosas todo el mundo sabía qué ibas a leer.

Las edades de Lulú me impactó, su imaginario erótico fue para mí un terremoto: perversiones con transexual, sumisión, incesto, etc. Una visión del sexo muy diferente a la que yo estaba acostumbrada a leer en las raras ocasiones en las que se colaba un fragmento erótico en los bestsellers del Círculo de Lectores que poblaron mi adolescencia. Qué valiente fue Almudena Grandes al escribir esta primera novela con 29 años. Ya nunca volvió a escribir nada tan transgresor, solo se acercó un poco a ese nivel con Castillos de cartón.

De Almudena Grandes lo he leído todo, excepto alguno de sus últimos "episodios nacionales". Las obras de Almudena no son masterpieces, pero son literatura pura. Ella era pura literatura. En los 90 fue la voz de muchas de nosotras en el camino a la vida adulta: Malena es un nombre de tango, Atlas de geografía humana y Los aires difíciles. Echando la vista atrás veo que esa voz era hija de su tiempo: ciertos convencionalismos eran inevitables y han envejecido mal, pero ese tiempo fue también el nuestro y fuimos de la mano de sus libros y sus artículos en el tránsito hacia muchas otras cosas. Vivimos a través de sus novelas la pasión por el amor de su vida, el poeta Luis García Montero; también gracias a su mirada hemos redescubierto aquella España que nunca nos helará el corazón.

Dicen los versos de mi querido Manuel Altolaguirre, los que dieron título a su novela:

Hubiera preferido 
ser huérfano en la muerte, 
que me faltaras tú
allá, en lo misterioso, 
no aquí en lo conocido.

Haberme muerto antes
para sentir tu ausencia 
en los aires difíciles.

Las mujeres que crecimos contigo, con tu muerte prematura, sentimos que nos faltará ya siempre esa compañera que nos anticipaba el camino. Echaré de menos dejarme tus libros para leer durante el verano, echaré de menos no oír tu voz en la Cadena Ser y escoger un nuevo artículo tuyo para hacer comentarios de texto con mis alumnos.

Nos has dejado huérfanas aquí, en lo conocido.

Adiós, Almudena.


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