1Q84, Haruki Murakami




Compré los dos primeros libros de 1Q84 en diciembre de 2012 y comencé a leerlo en un avión que me llevaba a Londres. Seguí leyendo en la casa en la que me alojaba, situada en una calle anodina de Palmers Green, North London.

En otra casa de esa misma calle en 1949, el año que nació Murakami, Antonio Buero Vallejo pasaba a máquina con su amigo Vicente Soto el manuscrito de Historia de una escalera. Buero Vallejo y pasó a ser "Capitán Centellas" desde entonces, porque su obra había logrado desbancar del cartel a la sempiterna representación del Tenorio el 31 de octubre. 


1984, de George Orwell, se publicó también en 1949.

Estos son hechos son irrelevantes e independientes. 
O no. De eso va 1Q84: los personajes logran trascender la soledad y el sufrimiento cotidianos porque no han perdido la capacidad de entender el mundo como un símbolo. Ambos se deslizan del año en el que viven, 1984, a 1Q84, el mundo en el que "no existe nada que no salga de los adentros de uno". 

A través de ese simbolismo se representan conflictos existenciales humanos básicos: subjetividad, historicidad y temporalidad.

"Si no crees en el mundo o si careces de amor, todo será una mera falsificación. En ambos mundos, o estés en el mundo en el que estés, la línea que divide las hipótesis de los hechos es, en la mayoría de los casos, imperceptible. Esa línea sólo se puede observar con los ojos del corazón".

"-No tengo ningún interés por reescribir el pasado o la Historia. Yo lo que quiero reescribir es el presente. 
-Pero si reescribes el pasado el presente también cambiará de forma espontánea".

"El tiempo posee el poder de ir cancelando absolutamente todas las alteraciones artificiales. Sobre las correcciones añadidas escribe más correcciones y va devolviendo el flujo al punto de partida".

El primer libro de la trilogía crece de un modo progresivo y espectacular. Si bien las primeras 200 páginas son bastante aburridas (5 años me ha costado rebasarlas) a partir de entonces la trama gana en intensidad con la aparición de la fundación para exterminar a los hombres que odian a las mujeres y su brazo ejecutor: Aomame (Stieg Larsson en lontananza). Sin embargo, la universal violencia de género pronto pasa a un segundo plano y se van revelando los elementos simbólicos y lo subconsciente. Durante el libro segundo el esquema argumental falla en alguna ocasión, aunque no me ha interesado localizar el fallo. Tampoco me ha interesado preguntarme qué necesidad había de prolongar la trama en el libro tercero, final feliz incluido. 

Me basta la semana que he pasado leyendo sin parar, suspendida de la realidad, inmersa en el magma onírico, sexual, existencial y sentimental de la novela.

Comentarios

  1. Inmerso en el segundo libro de la trilogía y me resulta fascinante por lo extraño. Lo estoy disfrutando...

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