Luna

La diosa y el hombre se abrazan desnudos sobre un pantano de esquirlas de luna. Aunque el frío es torrencial y la lluvia gélida, el calor que emana de sus cuerpos es tan intenso que evapora los reflejos del paisaje hasta convertirlos en su morada. Y es allí donde, protegidos de las amenazas de un mundo sin escrúpulos, se hacen invencibles. Lo que no saben -inocentes criaturas de piel translúcida- es que el Cielo, que no olvida la afrenta que originó su martirio, se ha convertido en pantano. Y espera paciente, como un mutante emético, a vomitar su ácida venganza. 




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