Estoy mucho mejor, de David Foenkinos


"Estoy mucho mejor" es la frase que el protagonista de esta novela pronuncia cada vez que alguien le pregunta cómo va su dolor de espalda. Un dolor de espalda que comienza un día cualquiera de una vida cualquiera, como es la de este tipo en un matrimonio aburrido que acaba de quedarse solo tras la marcha de los hijos. Una vida acomodada, sin estridencias, sin pasiones. 
El dolor de espalda es el primer síntoma del desmoronamiento de una vida hueca. Pese a que todo se viene abajo, el protagonista repite insistentemente: "estoy mejor".

Ese "estoy mejor" me llevaba inevitablemente al "estoy bien" de Marty (True Detective) y se sumaba a la huida hacia delante de J., el protagonista masculino de Ayer no termina nunca, la película de Coixet que casualmente he visto esta semana. J. decide "estar mejor", considerar que el tiempo de luto por la muerte de su hijo pequeño ya es suficiente y vuelve a casarse y a tener otro hijo. La vida continúa. La vida es "estar mejor".

Y esos "estoy mejor", "estoy bien", también me llevaban a uno de mis poemas preferidos de Bolaño: 


La diferencia que Bolaño es Bolaño y se atreve como pocos a decir las verdades: corten estos textos de mierda, sumérjanse si es necesario en la soledad, aunque sus corazones hagan "crack". 
Dejen de "estar mejor" cuando no lo están. Sean valientes.

J., en su diálogo con C., su exmujer, finalmente deja caer la máscara y se derrumba ante la tumba de su hijo muerto. Crack.

Marty insiste en "estar mejor" y se pierde irremediablemente su vida.

Y Foenkinos, ay, Foenkinos. A su protagonista el "estoy mejor" le estalla en la cara: su mujer lo deja, lo despiden del trabajo... Crack. ¿Crack? Pues sí y no. La ruptura y derrumbe de su vida le permite enfrentarse a sus propias debilidades, actuar para resolverlas y volver a encontrar el amor, forjar un nuevo proyecto laboral y reconciliarse con sus hijos... Un happy end en toda la regla. ¿Debemos aspirar a un happy end ideal tras el desenmascaramiento del dolor? ¿Ser valientes nos lleva al happy end, Foenkinos?

Yo, la verdad, ya no sé qué pensar.


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