La muerte entra en la casa de la poeta

La muerte ha entrado en la casa de la poeta y la ha dejado sin palabras [sí, la poeta, como se llaman a sí mismos los perros románticos, los que tenían 20 años y estaban locos (¿estaban locos?)]. Se cuelan algunas fotografías del Cabo de Gata: el ancla de la Isleta; una rosa roja sobre la arena de la playa, quizás la del Cabo.

La poeta comienza un camino demasiado horrible que, sin embargo, hará su escritura más profunda.
Igual que su soledad.



Un abrazo enorme, Luna


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