Almas grises, de Philippe Claudel

En realidad, las almas grises de las que habla Claudel no son grises. Son negras, negrísimas, por más que el autor insista en decir que los seres humanos ni siquiera llegamos a ser blancos o negros, tan sólo grises, insignificantes.

El libro es una maravilla. Funciona como una pequeña pieza mecánica llena de resortes que el narrador va accionando muy hábilmente para dosificar el horror y la desesperanza en un crescendo espantoso.
Me he indignado, he llorado y he aborrecido la verdad opresiva de sus páginas.
No hay nada gris en esta historia, hay un corazón negro, un corazón negro que es el cazador más solitario.

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