Chesil Beach, de Ian McEwan

Apenas una pieza breve narrada de modo delicado, incluso cortés. Como si de una tarde apacible en saloncito de té de cualquier villorrio inglés se tratara.

Con ese tipo de contención narrativa que deja escapar, de un modo muy calculado, toda la violencia latente en la novela con una única palabra disonante: polla. En esa única palabra que delata lo fútil de nuestros deseos, tanto de los que tenemos hacia el futuro como de los que tenemos hacia el pasado.

Incapaces de entender que la fuerza primaria del sexo debería bastar para llenar una vida, la llenamos de pensamientos poco realistas sobre cómo deberían ser las cosas y sobre cómo debieron ser.
Podría cambiarse el curso de una vida no haciendo nada. Y también haciendo algo.
Cunt.

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