Huaraches mexicanos.

Cuenta Carmen Boullosa cómo en los 70 en el DF los poetas se dividían entre los exquisitos, seguidores de Paz, y los efrainitas, infrarrealistas, seguidores de Huerta.
Dice que, realmente, las diferencias entre ellos estaban más bien en que los segundos portaban melenas salvajes y rigurosos huaraches con suela de llanta.
Me han entrado unas ganas locas de ponerme mis huaraches y echarme a caminar por las calles del DF, escapar de este viento y sentir el aire fresco del DF colarse entre mis piernas.
Como una María Font cualquiera, mirando por última vez a Ulises Lima y Arturo Belano, Odiseo y Arturo Rimbaud, mientras sueña acostarse con ellos.

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