Mi vida en los tubos de supervivencia.

Con un hospital de fondo me cuesta asistir a la intimidad de otros.
Veo un costurón de 40 puntos, piel ulcerada en unas partes, retorcida por el hilo quirúrgico en otras y me parece un paisaje más liviano que ciertas miradas.
Ellos se miran y se odian, se dicen cosas horribles delante de todos y delante de la comida.
Yo bajo la mirada y sólo quiero decir: basta, nos quedan 10 años, dejadlo ya. A veces no soporto entenderlo todo tan bien.
Yo pienso que la verdad desnuda de las heridas me turba menos que esas miradas, que esas palabras.
Antipatetismo, posmodernidad, Roberto, Roberto, te echo de menos. Así, en general.

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