... y por fin, la levedad.

Cuando escucho este tipo de canciones me imagino conduciendo un coche descapotable por las carreteras de la Costa Brava.
Es verano. Llevo un pañuelo anudado al cuello para no despeinarme (más).

A veces una necesita estas frivolidades.
A veces una necesita sentir que está dentro de una canción de La Casa Azul.
Tomando un martini, con mucho hielo y un poco de gaseosa, dispuesta a bailar.
Y a volar.

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