Jueves Lardero.

La mayoría de los que nacimos en los años 70 tuvimos unos padres muy jóvenes, veinteañeros o treintañeros recientes y éramos todos familia numerosa. Mis padres, con sus amigos y sus hijos, nos llevaban a todas partes (nada de guarderías, abuelas, centros comerciales o chikipark), hiciese el tiempo que hiciese, y daba igual lo inhóspito del lugar, el frío o el calor. Ellos "nos soltaban" en el campo, mientras bebían cubalibres, cocinaban ranchos incomibles y jugaban a las cartas:



Su juventud y su vitalidad hicieron nuestra infancia salvaje y feliz, llena de picaduras de avispa, de fruta caliente recién cogida del árbol, de baños en acequias y postillas por cualquier sitio. Llena jueves larderos fríos y felices.



De los cinco amigos, uno murió antes de cumplir los 60, mi padre acaba de convertirse en un discapacitado psíquico y físico, y a otro, el único que siempre velaba por nosotros, le acaban de diagnosticar un tumor cerebral sin solución. Morirá muy pronto.
No puedo evitar sentirme un poco huérfana, no puedo evitar sentir que una parte de mi infancia está muriendo:
aquella en la que nuestros padres eran invencibles.

Comentarios

  1. Emocionante reflexión.
    Estuve cerca de lo que movía a tus padres.
    No he sido madre (Una serie de tropiezos lo evitaron - la píldora que empezó a estar a nuestro alcance y otras que no viene al caso porque son más personales).
    Estuve en tardes como la que tomas para arrancar en este post.
    Era la amiga que jugaba con los hijos e hijas de otros (sin deseos de maternidad).
    Tenía la habilidad comunicativa que me acercaba a ellos (maestra próxima).
    Ahora encuentro a esos niños y niñas convertidos en hombres y mujeres que luchan con el asfalto de sus vidas.
    Un abrazo y condolencias por lo que de ese tiempo sacas duelos.
    Sobrevivimos a golpes de tiempo perdido.

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  2. Sí, es cierto, golpes de tiempo perdido.

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