Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer.

Bueno, ya acabé la novela de Kirmen Uribe. No tiene un final espectacular, como prometía, en cambio mantiene su vocación de fragmentarismo y novedad. Es una buena novela, quizás demasiado pendiente de serlo. Dos fragmentos me han gustado especialmente:

Uno hace referencia a la juventud que pasa y a la paternidad.
"El tiempo hace un trabajo similar. También en nuestro interior, las zonas que antes estaban oscurecidad de repente se iluminan. Las que antes estaban a oscuras durante la juventud, en la edad adulta se alumbran. Cuando eres joven importan algunas cosas, importan los amigos, importa la noche, importan los ideales. Y otro tipo de asuntos los mantienes completamente arrinconados. Ni sabes lo que son. La paternidad, por ejemplo. Hasta ahora ése ha sido un continente que ha estado completamente a oscuras para mí. Pero de pronto está amaneciendo, se está haciendo de día en una maravillosa tierra no conocida hasta ahora. Y del mismo modo, la noche está alcanzando otros lugares, necesariamente".

El otro fragmento me sorprendió, porque se refiere al autor del libro que me he leído justo antes de éste.
"Foster Wallace era innovador, amaba la experimentación, pero en una de sus últimas entrevistas que le hicieron afirmó lo siguiente: [Lo esencial es la emoción. La escritura tiene que estar viva, y aunque no sé cómo explicarlo, se trata de algo muy sencillo: desde los griegos, la buena literatura te hace sentir un nudo en la boca del estómago. Lo demás no sirve para nada]".

David Foster Wallace se suicidó el 12 de septiembre de 2008 y es considerado el mejor de los escritores del posposmodernismo y miembro de la llamada next generation o Burned Children (generación quemada en versión "traducción chapucera" por Siruela), conformada entre otros por David Sedaris, Chuck Palahniuk, Michael Chabon y Jonathan Lethem.
No me atreví con el novelón La broma infinita y me compré la recopilación de ensayos Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer. El ensayo que da título al libro es la narración del viaje en un crucero de lujo que que una prestigiosa revista había encargado al autor. El autor se embarca y a partir de ahí comienza un relato hilarante, lleno de fina ironía y angustia existencial en clave de humor corrosivo. Lo mejor del libro.
Otro de los ensayos versa sobre David Lynch, rayante, pero es bueno. Otro trata sobre la narratividad en la televisión americana, pero es del 90, así que queda muy desvirtuado: han pasado grandes cosas en la tele desde entonces.
La mezcla de géneros, la intromisión de la cultura pop, la irreverencia y el humor, son los ingredientes de estos ensayos.

Peero... Su literatura no te hace sentir un nudo en el estómago. Quizás David lo sabía. Quizás por eso se suicidó.

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