Exhumación.

Ya terminé La Casa de los Encuentros, de Martin Amis.
Con este libro me ha ocurrido lo mismo que con los de Houellebecq, la presunta deshumanización de los personajes, la ironía y el distanciamiento sentimental me parecen mucho más humanos que la más lacrimógena de las novelas. La miseria humana es lo que me conmueve, más que la grandeza o lo heroico.
Creo que es algo que he aprendido desde que soy madre, desde ese día en el que me vi a mí misma quitándole virutillas del pelo a Miguel mientras tetaba... y me vi como esas madres simias que limpian a sus cachorros con fruición y me dije: sólo soy un mamífero.
Últimamente me siento especialmente humilde, desde que voy al hospital y veo lo que veo.
Veo a hijos empujando las sillas de sus madres y padres enfermos, muchos de ellos derrotados por la enfermedad. Y veo cuánto se parecen esos hijos a sus padres, son tan sólo una versión menos vieja de ellos... y empujan con la misma cara de derrota ante la vida, que los vence, al igual que a sus padres.
También pienso que ellos me ven igual a mí. Ven que soy una versión un poco más joven de mi padre. Mi padre, en cambio, no se rinde. Yo tampoco. Pero percibo con claridad el rumor insoportable del tiempo que pasa, del tiempo que pasa en ese hospital y que no estamos viviendo.

Todo este rollo existencial no tiene nada que ver con lo que iba a hablar, que es de Exhumación, una novela más allá de las de los nocilleros, pero mejor lo dejo para otro día.

Comentarios

Flag Counter

Entradas populares