Narratividad, recepción y algo de nocilla.

La cosa va de esta "nueva generación" de escritores que a sí mismos se llaman "mutantes", que son más popularmente conocidos como "nocilleros", a propósito de un artículo en "El Cultural" de El Mundo. Yo no soy ninguna experta en el tema, ni mucho menos. Más que nada porque apenas he leído más allá de las "nocillas" de Agustín Fernández Mallo, pero algo de literatura sí que sé.

En principio el artículo es algo malo, más que nada porque parece un diálogo de sordos: lo que dicen unos y otros no pertenece ni siquiera a la misma conversación.
Para los "tradicionalistas" (Pombo, Guelbenzu o Isaac Rosa) no hay nada nuevo bajo el sol. La narrativa fragmentaria, la visión caleidoscópica, lo intertextual, incluso la deconstrucción gráfica de la novela son temas que cualquier estudiante de bachillerato puede encontrar en su libro de texto cuando estudia Rayuela, Diario de un poeta recién casado, The waste land y tantos otros. Por otra parte el debate entre narrador omnisciente o no, entre relato armado o deconstruído pertenece al mundo moderno, no es algo que el posmodernismo haya puesto sobre el tapete.

Entonces, ¿qué hay de novedoso realmente en los mutantes? Yo veo pocas cosas: la incorporación de nuevos lenguajes como las matemática o la física, alusiones a internet, al sushi, la inclusión de definiciones de diccionario y citas de otros autores como parte de la trama, el viaje al modo On The Road como experiencia iniciática, etc., configuran un nuevo lenguaje (el de la actualidad) para la novela. No soy tan inocente como para no darme cuenta de que el simple hecho de utilizar un molde formal distinto ya supone una innovación conceptual, no sólo estructural, pero de ahí a que esto sea "el nuevo realismo", como lo definen estos neovanguardistas, va un buen trecho.

Vicente Huidobro en 1931 publicaba Altazor, que comenzaba así:
"Nací a los 33 años, en el día de la muerte de Cristo;
nací en el Equinoccio, bajo las hortensias y los aeroplanos del calor.
Tenía yo un profundo mirar de pichón, de túnel y de
automóvil sentimental. Lanzaba suspiros de acróbata"
Con esto quiero decir que la incorporación de los nuevos inventos tecnológicos concebidos como un nuevo lenguaje desde el que construir el relato y mostrar una nueva visión de la realidad es algo harto viejuno. El Manifiesto Futurista de 1909 ya lo proclamaba.

Agustín Fernández Mallo se defiende diciendo que la novela está próxima a convertirse en una experiencia multimedia. De acuerdo. Bienvenida. De hecho estoy esperando mi iPad, pero... ¿Será algo realmente diferente de la experiencia multidisciplinar que suponía en el SXVII un auto sacramental o un romance de ciego, por ejemplo?
Me parece que no.

Aún así, bienvenido sea el debate sobre las nuevas poéticas.

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