Café descafeinado.

Hoy he recordado algo.

Hace unas semanas, después de dejar a Miguel en la guardería, mientras esperaba a que el semáforo se pusiese en verde, vi a mi padre cruzar la calle. Él no me vio.
Iba a desayunar al bar (costumbre que había adquirido en estos meses, desde que estaba de baja por el primer ictus), algo despeinado y con esa cara inconfundible de haberse levantado de la cama hacía poco.

Me enterneció ver a mi padre desde lejos, sin que él lo supiera, como si fuera un persona cualquiera en su rutina cotidiana.

Hoy en el semáforo, lo he echado de menos.

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