Barbastro, otra vez.

Pasando por Barbastro miraba con nostalgia la ventana de mi instituto a la cual, entonces, me asomaba con nostalgia de quien hoy conduce a mi lado.

Recordaba mis viajes a Zaragoza entre los viñedos y campos de cebada cuajados de amapolas en la primavera más cálida. Mientras pisaba el acelerador a fondo, con la música a todo volumen, pensaba que lo sabía, que sabía que en esos viajes, en la esencia de esos días, estaba lo que me hace sentir más viva.

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