Her, de Spike Jonze
Ay, ay, ay. Más que "dedo en la llaga" HER es un auténtico "fisting llagal".
He leído montones de artículos, tuits, críticas más o menos serias que incidían en los aspectos sentimentales de la película, en la aversión/devoción a Joaquin Phoenix o devoción abierta a Scarlett Johansson, en los aforismos archisabidos del amor romántico que abundan en la película, pero ninguno que hable del que me parece el tema más obvio en la misma: las limitaciones del ego respecto al amor romántico.
La advertencia está formulada de una forma delicada, pero seria: Samantha es un ser virtual tan exquisito y tan evolucionado que puede relacionarse a la vez con más de 8.000 personas.
Y estar enamorada al mismo tiempo de 641 sin que eso suponga merma en ninguna de las relaciones. Pero, claro, los seres humanos demandamos exclusividad, amor absoluto y devoción incondicional, lo que conduce a la ruptura inevitable. En realidad nada ha cambiado desde el inicio de la relación: sólo que el protagonista acaba dándose cuenta de que no sólo no es el único sino que es uno más de cientos. Y se quiebra.
El final es lapidario: la comunidad de seres virtuales evolucionados abandonan a los seres humanos para experimentar intelectual y emocionalmente en otra dimensión.
Vale.
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