Archivo Bolaño 1977-2003.
Estoy
leyendo el libro-catálogo de la exposición de Bolaño.
Después de leer cientos
de artículos, entrevistas, ensayos y pseudoensayos es difícil encontrar un
enfoque original. Un hilo que te permita vislumbrar una línea de trabajo
fecunda y algo original.
Sin
embargo, a veces, encuentro alguna cosa. Como hoy, que he encontrado la
conexión literaria que estableció Bolaño para titular al grueso de su obra
poética La universidad desconocida.
Los estudiantes de la Universidad Desconocida se adentran por los caminos de la
genialidad –y del olvido la mayoría de las veces- que conducen al desastre inevitable en
la vida cotidiana.
La
genialidad de Bolaño es indiscutible desde un punto de vista literario. Pero la genialidad que a mí me interesa tiene que ver esa pasión por la escritura que Juan Insua
denomina “pasión sin mácula donde Dioniso parece llevar una ventaja
considerable, pero en la que subyace un plan apolíneo de largo aliento” (2013:
38). Bolaño lo explicita muchas veces:
él es apolíneo, muy a su pesar. Y ese aliento apolíneo tiene que ver con saber permanecer haciendo equilibrios entre la atracción por caos y el modo de
entender ese caos como único camino de conocimiento posible.
Y
todo lo escribió desde su mesa de hombre casado, con hijos, familia y vida
más o menos estable. He ahí, para mí, el verdadero enigma bolañano que suscita mi interés: vuelvo a la Universidad Desconocida, ¿cómo pudo mantener el equilibrio entre el camino de la genialidad y la vida cotidiana?
Me
gusta el enfoque final del artículo de Juan Insua:
“Una
obra que pugna por crear un nuevo pacto con el lector, suprimiendo a los
intermediarios, recordándonos la volubilidad de las fronteras entre realidad y
ficción, cultivando la ventaja ontológica de la literatura que, a diferencia de
otras disciplinas, no está comprometida con la búsqueda filosófica y teológica
de fundamentos absolutos, ni con las regularidades cuantificables de la
ciencia, ni con la Realidad escrita con R mayúscula. Sí, en cambio, con los
múltiples destinos que podemos vivir, con todo lo que puede decirse después de
Auschwitz y del Gulag, de la Guerra Fría, de las guerras sucias y las
dictaduras latinoamericanas; sí en cambio con los vivos y los muertos de la
verde Ítaca o la irreductible Esparta, con la lucha sin cuartel contra el
desamor, con los lugares (y no-lugares) de la condición nómade, los deseos de ser piel roja y la
conciencia de que el Infierno suele no verse por formar parte de él […].
Corolario. Hay que releer a Bolaño otra vez”.
INSUA,
Juan, (2013): “El legado del apóstata”, en VV.AA., Archivo Bolaño 1977-2003, Barcelona, Centro de Cultura Contemporánea
de Barcelona.
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