Lolita Secreta, anónimo.
Lolita secreta es una autobiografía sexual anónima, publicada por
primera vez –según la introducción de la editorial Melusina- en 1926. El autor
la envía al famoso sexólogo Havelock Ellis, que la incluirá en su obra Etudes
de Psychologie Sexuelle (1926).
Lolita secreta es otro de esos libros complejos que últimamente
caen –no sé si por casualidad, sospecho que no- entre mis manos. Hay bastantes
cosas que me han llamado la atención, por ejemplo, cuando narra las costumbres
sociales de la Rusia finisecular afirmando que: “se desconoce en Europa que las
clases instruidas en Rusia son totalmente irreligiosas y ateas. Se juzga a
Rusia según unos espíritus excepcionales, tales como Tolstoi o Dostoievski. Su
misticismo, su cristianismo es completamente extraño a la sociedad ilustrada en
Rusia”. O también que: “En segundo lugar, en Rusia las damas, incluso las más
virtuosas y pertenecientes a la mejor sociedad, tienen ideas muy tolerantes en
materia de moral sexual y no comprenden la severidad hacia las debilidades de
las personas de su sexo”. Ostras. Después de leer esto, ¿qué hay de mi Anna Karenina?
El misterio de la “verdad” de la literatura una vez más puesto en juego.
Mis últimas lecturas sobre los problemas teóricos de la
autobiografía redundan en la cuestión obvia -desde el siglo XX- de que la
autobiografía no puede examinarse en términos de verdad: “ […] sobre todo
porque el debate de una vida consigo misma en busca de su verdad absoluta nunca
tiene fin. Cada uno es para sí mismo la apuesta existencial en una partida que,
en realidad, no puede ser perdida ni ganada” (Gusdorf, 1991: 17). Sin embargo
me parece mucho más interesante que la imposibilidad de narrar una vida por
inconclusa el hecho de que la narración de la propia vida es necesariamente
un artificio, la recreación de la identidad.
¿Qué le interesa señalar a este autor anónimo? ¿Cuál es el tropo o
desplazamiento de la identidad sobre la que sustenta sus memorias? Al autor le
interesa especialmente destacar unos aspectos sobre otros porque hace
un balance moral de su vida sexual, que condicionará por completo el resto de su
actividad vital. Narrada en un tono cientifista muy divertido, describe con
maravillosa delicadeza una niñez paradisíaca llena de sexo y desinhibición, a la
que el autor queda amarrado para siempre impidiéndole madurar y evolucionar.
Cosas del positivismo; restos del terrible despropósito que ha supuesto desde siglos
la separación entre lo sensual y lo espiritual.
Rescato del libro la evidencia de que la naturaleza sensual y
gozadora del protagonista gana, se impone, como no puede ser de otra manera
porque se hace evidente que es absurdo luchar contra uno mismo.
Como dice Luna Miguel, éste es un libro delicioso, para leer con
el corazón acelerado y disfrutar de quienes somos y de quienes –algunos-
fuimos.
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Gusdorf, G, (1948): "Condiciones y límites de la autobiografía", en VV. AA., (1991): La autobiografía y sus problemas teóricos. Estudios e investigación documental, Suplementos Anthropos, 29, Barcelona, pp. 9-17.
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