La pista de hielo, de Roberto Bolaño

La pista de hielo (1993) es considerada la primera de las novelas de Bolaño tras las tentativas de Consejos de un discípulo de Morrison a un fanático de Joyce y La senda de los elefantes, ambas de 1984, porque en la primera comparte la autoría y la segunda fue revisada y reeditada en 1999 bajo el título Monsieur Pain

Bolaño, escritor verborreico, ¿qué hace en el largo periodo de tiempo que transcurre sin publicar entre 1984 y 1993? Básicamente, vivir. Fomenta amistades literarias inquebrantables y apasionadas, escribe poesía, destila poesía. Se enamora, se casa, en 1990 tiene un hijo, Lautaro. En 1992 le diagnostican la enfermedad y le dan diez años de vida, plazo que se cumple -por desgracia- escrupulosamente. En 1993 publica el que es uno de sus mejores libros poesía junto a Fragmentos de la Universidad Desconocida (1992): Los perros románticos; 1993 también es el año de publicación de La pista de hielo

1993, el año en el que yo me encierro a pasar el duelo por la muerte de Pedro, es el año en el que comienza la cuenta atrás en la vida de Bolaño y en el que se sienta a escribir de verdad. En los diez años siguientes publicará, además de multitud de artículos, diez obras narrativas. Lo que resulta sorprendente es hasta qué punto Bolaño tenía estructurado -conscientemente o no- el rumbo que iba a tomar su obra en estas primeras obras de 1992 y 1993, porque todo su universo literario estaba en ellas, unas veces explícito y otras veces latente. 

Cuando comienzas a leer La pista de hielo se notan todavía las vacilaciones del escritor con pocas tablas en el terreno de la narración. Aunque toda la obra de Bolaño es una transfiguración de la vida del escritor y de sus inquietudes personales y literarias, en esta obra primeriza todavía se percibe un ensamblaje algo forzado entre la realidad y la ficción. Conforme avanza la novela va cobrando fuerza la coherencia de la trama -se nota que la pluma del escritor ya está "caliente"- y la novela se va engrosando con la fuerza de la sencillez aparente de su prosa. Es un fenómeno muy bolañano que Myrna Soloterevsky denomina "espesor escritural en Bolaño", concepto crítico que me encanta y que voy a "adoptar" a partir de ahora.

La obra presenta la reconstrucción de los sucesos que preceden y suceden a un crimen por tres voces narrativas. En la voz del personaje de Enric Rosquelles la huella de El túnel de Sábato es innegable: narra su historia -llena de excesos- con sobriedad, lenguaje depurado y mucha emoción latente. Respecto a las otras dos voces, Gaspar Heredia y Remo Morán, nos encontramos con un fenómeno para mí enternecedor: parece que Bolaño todavía no tiene claros los límites del que será en sus novelas posteriores su alter ego más sólido -Arturo Belano- y se decanta por dos personajes diferentes y complementarios. Ambos son personajes en el exilio, ambos comparten un pasado de aventuras literarias y altercados pendencieros en un México DF en el que se adivina la nostalgia mitificadora que dará lugar a Los detectives salvajes (1998).

Remo Morán camina seguro por la vida y es capaz de levantar casi de la nada varios negocios florecientes, sin que ello le suponga la pérdida de la integridad moral e intelectual. Se mantiene un poco como everyman: amores tras un divorcio ante el que tiene sentimientos ambivalentes, pocas ambiciones o conciencia de que de poco sirven, cierto distanciamiento estoico y, sin embargo, capacidad de apasionamiento en ciertas ocasiones como cuando se enamora de Nuria. Me resulta muy curioso pensar que quizás Bolaño cuando pensaba en su futuro se veía como el personaje de Remo. Salvando las distancias obvias entre la ficción y la realidad, la verdad es el retrato de Bolaño a los cincuenta años no presenta demasiadas disonancias con la personalidad de Remo en la novela.

Gaspar Heredia, sin embargo, es el Bolaño poeta muerto de hambre de la Barcelona de los 70. En él vemos a ese Bolaño underground, enamorado de musas inalcanzables que tienen problemas psicológicos que afectan a su sexualidad, su relación con la comida, su forma de integrarse en el mundo que las rodea... De hecho, al final de la novela, Gasparín y su novia Caridad "se disuelven" respecto al horizonte de expectativas del futuro, como sucede siempre a aquellos que viven la vida de un modo verdadero y soterrado. ¿Qué será de ellos? Seguramente no alcanzarán ninguna de las ambiciones que comúnmente nos apremian, pero presentimos que no importa demasiado porque vemos en ellos la autenticidad de los que son capaces de ensimismarse respecto a las vanidades mundanas.

Para mí lo más importante de esta novela es que presenta ficcionalizado el inicio y a la vez la despedida de la vida catalana del autor. A partir de aquí Bolaño se despega de la realidad, se despega de Remo Morán, para iniciar el viaje alucinado de Gasparín, de Arturo Bolaño, de B, de Benno Von Archimboldi. Un viaje alucinado que resulta ser el discurso autobiográfico de quien Bolaño siempre deseó ser.

Comentarios

Flag Counter

Entradas populares